Aprende a combatir el ‘síndrome del ciclista quemado’
El ciclismo es uno de los deportes más duros y exigentes que existe. Sabemos que nuestro deporte preferido demanda esfuerzo, sacrificios, incluso restar tiempo a actividades cotidianas a las que también nos gustaría tener dedicación. Por todo ello, a medida que avanzan los meses es normal que surja el cansancio.
A lo que cuesta más hacerse a la idea es a la aparición de otro tipo de agotamiento, un desfallecimiento que no está en las piernas sino más arriba, en nuestra cabeza. Es el síndrome del burnout del ciclista.
Este agotamiento era un síndrome que hasta hace unos años parecía reservado a los profesionales. Pero cada vez son más los amateurs que lo padecen.
¿En qué consiste? ¿Cuáles son sus causas? ¿Cómo puedo evitarlo? Son interrogantes a los que daremos respuesta a continuación.
¿Qué es el síndrome de burnout del ciclista?
El síndrome de burnout del ciclista -o síndrome del ciclista quemado- es un estado emocional constante que se manifiesta en forma de agotamiento mental. En primer lugar, hay que distinguirlo de esas ocasiones puntuales en las que sientes que no es el día para dar pedaladas y que harías cualquier caso por saltarte un entrenamiento.
La carga que el ciclista percibe, tanto mental como física, puede provenir de una frustración por no alcanzar los objetivos que se marca, ya sean de competición o durante los entrenamientos.
El burnout es una sensación prolongada de desinterés que comienza a percibirse de manera ocasional y termina por convertirse en permanente. Llega siempre acompañado de insatisfacción, ya sea con los objetivos propuestos o con las sensaciones que se tienen sobre la bicicleta.
La apatía, la desgana o la falta de interés por acometer, no ya nuevos retos, sino entrenamientos o salidas rutinarias, debe ponernos en guardia.
¿Cuáles son sus causas?
Según un estudio publicado en el International Journal of Clinical and Health Psychology, realizado por investigadores españoles, existe una relación directa entre el síndrome de burnout y el estrés percibido por el deportista, un estrés que está definido por la carga psicológica y física que recibe.
El estrés es, por lo tanto, la clave, ya que puede funcionar como un agente estimulante ante situaciones concretas de exigencia, e incluso ser positivo para resolverlas, pero cuando se vuelve crónico genera esa temible sensación de estar quemado.
La carga que el ciclista percibe, tanto mental como física, puede provenir de una frustración por no alcanzar los objetivos que se marca, ya sean de competición o durante los entrenamientos.
Pero también por lo opuesto, es decir, haber superado los diferentes retos planteados y no encontrar desafíos motivantes.
La mejor receta para evitar el burnout es alcanzar el mayor equilibrio posible entre nuestra faceta deportiva y el resto de nuestra vida cotidiana, dando espacio a otras aficiones.
Las molestias y las lesiones, junto con las preocupaciones personales, laborales y familiares, que podemos denominar adicionales al deporte, también contribuyen a la aparición de este síntoma.
¿Cómo puedo prevenir y evitar el síndrome del ciclista quemado?
Aunque a veces no lo creamos, sobre todo al principio de temporada, los ciclistas, como todo practicante de un deporte, somos incapaces de rendir siempre al máximo.
Asumirlo es clave para entender que dentro de nuestra planificación debemos incluir tantos retos a corto plazo como etapas de descanso mental. No estamos hablando de frenar por completo nuestra actividad cuando estamos a mitad de temporada, sino de ser capaces de disminuir la intensidad de los entrenamientos durante cortos periodos de tiempo, o de compaginar las pedaladas con otros deportes complementarios.
La mejor receta para evitar el burnout es alcanzar el mayor equilibrio posible entre nuestra faceta deportiva y el resto de nuestra vida cotidiana, dando espacio a otras aficiones.
Mantener una actitud positiva en un deporte como el ciclismo, que puede llegar a ser muy solitario y a requerir muchas horas de dedicación, es imprescindible.
Por ello también te aconsejamos que alternes en lo posible diferentes tipos de entrenamientos y que incluso introduzcas salidas en grupo, aunque el resto de participantes no estén exactamente en tu ritmo o tu intensidad.
Entre las estrategias que también funcionan está la de gestionar las emociones tras la competición. Asumir las decepciones, pequeñas o grandes, y ser lo bastante objetivo como para entender dónde se ha fallado y en qué se puede mejorar reporta grandes beneficios y aleja el fantasma de la desmotivación.
Si lo necesitas, acude a un especialista
Si a pesar de seguir estos consejos no logras sacarte de encima el síndrome del burnout o no sabes bien cómo hacerlo, te recomendamos que recurras a un especialista en psicología del deporte.
Los expertos llevan años estudiando esta dolencia y cuentan con una amplia bibliografía para consultar. En muchos casos también poseen larga experiencia tratando el tema, ya que cada vez deportistas de un mayor número de disciplinas presentan episodios de pasividad y desmotivación sin motivo aparente.
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