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domingo, 12 de abril de 2020
Algunas personas siguen fuera porque para ellos, su casa son las calles de Madrid y Barcelona.
Aunque las autoridades españolas dicen a la población que quedarse en casa es la mejor forma de frenar la pandemia del coronavirus, algunas personas siguen fuera porque para ellos, su casa son las calles de Madrid y Barcelona.
España, el cuarto país del mundo con más contagiados por el virus, está bajo una cuarentena impuesta
por el gobierno que ha cerrado comercios, vaciado edificios de oficinas
y dejado las ciudades casi desiertas, de día y de noche.
En Barcelona, una ciudad normalmente bulliciosa, las
figuras cubiertas por cajas, mantas, colchones o carpas destacan en el
extraño vacío. Las aceras desnudas y portales de comercios clausurados
donde se refugian para dormir en medio de una emergencia sanitaria
acentúan el aislamiento de las aproximadamente mil personas sin hogar de
la ciudad.
“Es como si hubiera habido una explosión nuclear, y
todos estuvieran metidos en el búnker. Solo quedamos nosotros fuera, los
sintecho”, explica Gana de 36 años, que vive en la calle desde hace más
de 8 años y solo utiliza un nombre.
Gana aprovecha el escalón de entrada a una lujosa tienda de muebles
de diseño, y que se encuentra cerrada de desde hace días, para instalar
un cartón y una manta con la que cubrirse y donde pasar la fría noche.
Muchos de los centros de día y comedores sociales para indigentes han cerrado o reducido sus horarios durante la cuarentena.
“Creía que lo había visto todo en estos 12 años
durmiendo en la calle, pero no, este silencio de la calle durante todo
el día me da miedo, más que el virus en sí…”, dijo Riccardo, de 32 años.
Riccardo duerme con otros cuatro indigentes de distintas
nacionalidades en el suelo de uno de los amplios soportales que dan a
Las Ramblas. Ahora, en la emblemática avenida peatonal sólo se oye el
ruido de las motocicletas de la policía local.
Para la mayoría de la gente, el nuevo virus causa síntomas leves o
moderados como fiebre y tos, que duran unas dos o tres semanas. Pero
algunos, especialmente ancianos y personas con problemas médicos
previos, pueden morir o sufrir complicaciones graves como la neumonía.
La mayoría de los infectados se recuperan.
Las autoridades tratan de sacar de la calle a la mayor cantidad
posible de personas sin hogar, evitando hacinarlas en un albergue con
habitaciones comunales donde el riesgo de infectarse del virus sería aún
mayor.
El gran centro de exposiciones IFEMA de Madrid se ha
convertido en refugio improvisado con 150 camas. En Barcelona se ha
reconvertido una antigua escuela para dar cobijo a 56 personas, y las
autoridades prometen tener más camas disponibles pronto.
Los que duermen al raso en Barcelona están de acuerdo en una casa:
pedir dinero o comida no tiene sentido ahora, porque no hay nadie para
darles nada
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